En los últimos meses, el término Vibe Coding se volvió parte del vocabulario cotidiano en comunidades de desarrollo y producto. Cursor, Lovable, Replit, Copilot y herramientas similares prometen lo mismo: escribir menos código, avanzar más rápido y mantener el flow creativo sin fricción.
Funciona. Demasiado bien.
Tan bien, que muchos desarrolladores y equipos están empezando a describir la experiencia con una palabra incómoda: adicción.
No es exageración ni metáfora fácil. Hay razones cognitivas, técnicas y de diseño de producto que explican por qué el Vibe Coding engancha… y por qué también puede dejarte peor parado si no sabes ponerle límites.
Vibe Coding no es una metodología formal ni un concepto académico. Es un patrón de uso que emerge cuando trabajas con LLMs en entornos de baja fricción.
Sus rasgos más comunes:
Programar desde intención, no desde estructura.
Pedir resultados funcionales sin diseñar antes.
Aceptar outputs bien formateados como “suficientemente buenos”.
Iterar por sensación de avance, no por comprensión del sistema.
Delegar decisiones arquitectónicas al modelo sin explicitarlas.
No es flojera. Es una respuesta natural a herramientas que reducen el costo cognitivo de avanzar.
El Vibe Coding activa varios mecanismos conocidos por la psicología cognitiva.
Escribes una idea. Obtienes código funcional. El cerebro recibe dopamina por cierre rápido. No hay espera, no hay fricción, no hay conflicto.
Parte del esfuerzo mental se delega al modelo. Menos carga cognitiva en el corto plazo. Menos decisiones incómodas.
Hay output visible. Hay pantallas que se ven listas. Hay features que “funcionan”. Aunque no siempre exista comprensión equivalente del sistema.
Microsoft Research y MIT midieron esto en estudios sobre GitHub Copilot. El resultado es consistente: aumenta la velocidad percibida, pero disminuye la comprensión declarada en tareas complejas.
Es no saber qué hiciste para avanzar
En comunidades como r/lovable, r/cursor y r/replit aparece el mismo patrón una y otra vez:
“Avancé muchísimo en dos días.”
“Ahora no entiendo cómo funciona.”
“Cuando algo se rompe, estoy perdido.”
Anthropic publicó en 2024 un análisis explícito sobre los límites del Vibe Coding. La advertencia central es clara: los modelos tienden a cerrar problemas ambiguos demasiado pronto, ocultando supuestos y decisiones estructurales.
Eso no se nota mientras todo funciona. Se nota cuando deja de funcionar.
Vibe Coding funciona como un casino online
El éxito explosivo de plataformas como Lovable y Cursor no es casual. Su diseño comparte mecánicas clásicas de sistemas de recompensa adictivos.
No pagas por valor entregado. Pagas por intentos. Cada prompt es una apuesta. Cada regeneración es “una más y sale”.
No sabes si el próximo output será mediocre o brillante. Cuando sale uno bueno, refuerza la conducta. Exactamente igual que una tragamonedas.
Respuesta instantánea. Sin pausa. Sin tiempo para reflexión. El cerebro lo agradece.
Un click más. Un prompt más. Un crédito menos. No hay momento natural para detenerse.
Ves código y UI. No ves deuda técnica, decisiones erradas ni supuestos frágiles. El costo real queda invisible.
Estas plataformas no venden productividad solamente. Venden dopamina cognitiva.
Hay un punto del que se habla poco y que en proyectos reales pega fuerte: el costo.
Cuando el vibe coding se usa como “programar por intuición” y no como diseño consciente, el consumo de recursos se dispara.
Qué vemos en la práctica:
Prompts largos, repetidos y poco claros.
Iteraciones infinitas porque nadie definió el resultado esperado.
Regeneración constante de código que luego se descarta.
Uso de modelos caros para resolver problemas mal planteados.
El resultado no es solo deuda técnica. Es deuda económica.
En herramientas como Lovable esto se nota rápido. Cada ajuste impulsivo genera más cómputo, más tokens y más tiempo perdido corrigiendo decisiones que debieron tomarse antes de escribir una línea.
Diseñar primero reduce costos. Improvisar con IA los multiplica.
La IA no es gratis. Tampoco es infinita. Cuando se usa sin estructura, el costo escala más rápido que el valor entregado.
No todo es negativo. Usado con criterio, el Vibe Coding es potente.
Funciona especialmente bien en:
Prototipos rápidos.
Exploración de ideas.
MVPs de validación temprana.
Interfaces, layouts y scaffolding inicial.
Automatización de tareas conocidas.
El problema aparece cuando se usa igual en sistemas vivos, productos complejos u organizaciones.
En contextos reales, el valor no está en el output final. Está en las decisiones intermedias.
Qué problema se está resolviendo.
Qué supuestos se están aceptando.
Qué trade-offs se están tomando.
Qué conocimiento queda explícito y cuál no.
Aquí el Vibe Coding sin freno se vuelve riesgoso. Reduce fricción local, pero aumenta opacidad sistémica.
Desde la perspectiva de gestión del conocimiento, esto es crítico. El sistema “funciona”, pero nadie sabe bien por qué.
Cómo usar Vibe Coding sin caer en la trampa
Piensa primero sin modelo. Escribe el problema en crudo. Incompleto. Humano.
Antes de pedir soluciones, pide supuestos, riesgos y decisiones tomadas.
Pide crítica, no respuestas finales.
“Qué está mal definido aquí.”
“Qué decisión estoy evitando tomar.”
Edita, rompe y reescribe partes a mano. Eso reancla aprendizaje.
Más prompts no siempre significan mejores decisiones. A veces significan menos criterio.
El problema no es el Vibe Coding.
El problema es el Vibe Coding sin conciencia.
Las herramientas actuales están optimizadas para enganchar, no para enseñar ni para hacer explícito el conocimiento. El casino paga mejor que la reflexión.
Las plataformas realmente maduras serán las que introduzcan pausas, muestren supuestos y expongan decisiones del modelo. Hoy, casi ninguna lo hace.
Mientras tanto, la responsabilidad sigue siendo humana.
Avanzar rápido no es lo mismo que avanzar bien.