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La teoría de la Internet Muerta y lo que significa para el marketing digital

Escrito por Cristian Labarca | 25-09-2025 12:53:21

En los últimos meses, una teoría que parecía marginal volvió a instalarse en la conversación global: la llamada teoría de la internet muerta. Lo que comenzó como una especulación en foros en línea, hoy se discute con más seriedad, incluso por líderes tecnológicos como Sam Altman, CEO de OpenAI.

¿Qué es la teoría de la internet muerta?

La teoría de la internet muerta sostiene que gran parte de la actividad en línea ya no proviene de personas reales, sino de bots, inteligencia artificial y sistemas automatizados. Según sus proponentes, internet “murió” cuando la participación humana genuina fue reemplazada por contenido generado artificialmente. Algunos sitúan ese punto en torno a 2016–2017, cuando los algoritmos y la automatización adquirieron escala masiva.

No se trata solo de spam: hablamos de publicaciones, comentarios, interacciones y hasta perfiles enteros operados por software. Lo preocupante es que, al ojo humano, muchas veces son indistinguibles de interacciones reales.

Aunque muchos expertos descartan el carácter conspirativo de esta teoría, sí reconocen que hay un núcleo válido: el crecimiento del tráfico no humano es innegable. Informes de seguridad han estimado que entre 40 % y 50 % del tráfico en algunos años recientes provino de bots.

El giro: Sam Altman lo pone sobre la mesa

En septiembre de 2025, Sam Altman sorprendió con un comentario en X (antes Twitter):

“Nunca tomé tan en serio la teoría de la internet muerta, pero parece que realmente hay muchas cuentas manejadas por LLMs en Twitter ahora.”

Altman agregó que hoy las redes sociales se sienten “muy falsas”, y que incluso personas reales parecen estar hablando con el tono característico de los modelos de lenguaje. (TechCrunch, Fortune).

Que el creador de una de las tecnologías que hacen posible estas interacciones falsas (los LLMs) advierta ahora sobre el problema marca un antes y un después. Lo que parecía una teoría especulativa pasó a tener un respaldo observacional desde la cima de la industria.

Impactos directos en el marketing digital

Si aceptamos una versión moderada de la teoría —no que internet esté muerta, sino que está saturada de interacciones no humanas—, las consecuencias para el marketing digital son profundas:

1. Métricas contaminadas

Los bots inflan impresiones, clics y “engagement”. Esto lleva a que los equipos optimicen campañas en base a datos falsos. Un reporte muestra que el fraude publicitario representó pérdidas de hasta USD 84 mil millones en 2023.

2. Fraude en influencer marketing

Se estima que hasta 15 % del presupuesto de campañas con influencers se pierde por seguidores o interacciones falsas. Eso significa pagar por audiencias que simplemente no existen.

3. Tráfico no humano en publicidad digital

Estudios de la industria advierten que más del 40 % del tráfico en campañas online puede no ser humano, lo que compromete directamente la inversión en medios.

4. Conversaciones distorsionadas

En redes sociales, un estudio reciente estimó que casi 20 % de las publicaciones provienen de bots. Eso significa que gran parte de “la conversación” que marcas y consumidores ven puede ser artificial.

El riesgo para las marcas

Cuando las interacciones no provienen de consumidores reales, las marcas enfrentan tres problemas:

  • ROI engañoso: campañas que parecen exitosas en métricas, pero que no generan ventas ni relaciones duraderas.
  • Optimización errada: se toman decisiones en base a señales contaminadas, reforzando el ciclo de ineficiencia.
  • Desconfianza creciente: los clientes cuestionan si las agencias o plataformas realmente entregan resultados o solo inflan números.

En la práctica, todo el esfuerzo en creatividad, pauta y producción se diluye si la interacción termina en un clic vacío de un bot.

El comportamiento de las nuevas generaciones

Frente a este escenario saturado de lo artificial, las nuevas generaciones están mostrando señales de rechazo. La Generación Z y los más jóvenes empiezan a valorar lo desconectado como un acto de diferenciación y autenticidad:

  • En Estados Unidos, se ha detectado un aumento en el uso de celulares sin internet, similares a los “feature phones” de los 2000 (New York Times).
  • Los vinilos ya volvieron hace años como símbolo de experiencia tangible.
  • Las cámaras digitales compactas de los 2000 están de moda otra vez como una manera de capturar momentos de forma más personal y menos filtrada por algoritmos.
  • Cada vez aparecen más dispositivos desconectados, que permiten disfrutar tecnología sin estar sujetos al flujo incesante de redes sociales y notificaciones.

Este movimiento recuerda lo que Isaac Asimov anticipaba: que frente al exceso tecnológico, las personas podrían rebelarse buscando espacios de control humano. Lo que parecía imposible —elegir desconectarse— empieza a ser visto como un acto de resistencia cultural.

La posición de NLACE

En NLACE nos gusta cuestionarlo todo. Sabemos que la tecnología trae ventajas enormes, pero también genera ruido. Y creemos que el marketing digital perdió parte de su esencia cuando se convirtió en una competencia de métricas infladas.

Nuestra postura es clara:

  • Fomentamos la interacción humana por sobre la digital.
  • No nos dejamos llevar por métricas fáciles; buscamos conexiones reales con audiencias reales.
  • Usamos inteligencia artificial para hacer más eficiente nuestro trabajo y depurar ruido, no para llenarlo de más bots.
  • Diseñamos estrategias donde el éxito se mide en confianza, relaciones y clientes que permanecen.

En un entorno digital cada vez más “muerto”, nos gusta ayudar a las empresas a recuperar la vida real en sus relaciones con clientes.

La teoría de la internet muerta puede sonar extrema. Pero los datos muestran que algo de cierto tiene: las interacciones falsas ya son parte del paisaje digital. Al mismo tiempo, vemos que las nuevas generaciones están buscando escapar de ese ruido, privilegiando lo real y lo humano.

Personalmente quiero creer que la respuesta está en volver al origen: conectar con las personas, medir lo que importa y construir relaciones que trasciendan los clics. Esa, más que nunca, es una revolución necesaria.